Vivió en el barrio de La Ribera, el distrito comercial de la época. Rápidamente después de casarse, se mudó a Siracusa, en Sicilia, siguiendo el trabajo de su esposo, donde tuvo sus 4 hijos.
Cuando su esposo enfermó gravemente, él, conociendo el enorme potencial de Caterina, escribió un testamento donde le entregó total potestad de administrar sus negocios inmobiliarios y actividades empresariales, algo muy inusual para la época que corría.
“¡Qué difícil es abrirse paso siendo mujer en el mundo del comercio, que se mueve entre la acción de los hombres y la acción de Dios!” – escribió a su hermana una vez.
Inspirada por su familia, Caterina pasó largos períodos de tiempo en grandes ciudades para seguir de cerca sus diversos negocios, logrando que su compañía se convirtiera en una de los principales operadores comerciales del Mediterráneo.
Caterina es considerada la primer mujer empresaria en España. Una mujer revolucionaria para su época, madre, emprendedora, viajera y políglota. Falleció en Barcelona en 1495, pero su legado sigue entre nosotros.
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